- vos me habías dicho que ibamos a salir corriendo, o no?
- sí, corazón, sí; pero jamás pensé que iba a sucederme esto. imprevistos, la vida es así... yo te lo dije una vez...
- no creo que tenga que ser tan drástico todo; podemos salir corriendo todavía.
- no, no voy a poder, no quiero, nunca entendiste que mi seguridad colgaba de un hilo... corré, corré.
- ...
y al final, salió corriendo; primero despacito, y a medida que aumentaba la velocidad, iba remontando vuelo, cual barrilete en día soleado en plaza placita parque de familia. no podíamos creerlo, había volado, se había ido. al final, al final corrió, y voló, y planeó? eso, no puedo saberlo con certeza, pero no tengo duda que lo hizo. después de unos metros, mi vista ya no funcionaba igual; perdí de vista al barrilete, desapareció.
y todos festejamos, nos pusimos felices, estábamos contentos, tomábamos jugo de manzana y comíamos chicitos, chizitos, y chisitos. se había ido, pero, no sean mal pensados, no estábamos felices por eso (de verdad, creeme, y vos también); no, nuestra felicidad se basaba en el hecho de que ya no volvería a pisar firme; había comenzado a volar, ese vuelo eterno, ese aire increíble. ya no iba a volver; eso es seguro... con lo que necesitaba subir, volar y perderse... cuando subís, ya no bajás (menos que menos, si corrés a esa velocidad).
a menos, claro, que te den el hondazo; pero, lo dudo... el peor ya se lo había dado hace poco.
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