Si alguien quiere enamorarse... no se detenga

diciembre 07, 2009

el beso de tiza

había una vez un hada con alas de cartón, de cartón microcorrugado - de blanco y violeta - y cartapesta en los bordes. negros.
el hada, bailaba en el aire, esperaba también que alguien baile con ella; mientras su falda se bambaleaba entre la brisa de los vientos que ella mirma provocaba, por su baile, por moverse así. y su cabello, largo hasta las puntas, simplemente dibujaba en el aire sus pensamientos; mimetización.
al caer la noche, el hada dejaba de bailar, se sentaba a dibujar, su falda reposaba, y sus cabellos recogía, alborotados de tanto ser. exhausta, con un lápiz, un papel, creaba, el hada creaba en sueños, en el papel garabateaba y sonreía. a pesar de ese estado, sonreía y se activaba nuevamente. a bailar, por mucho tiempo más, quizás hasta que el sol volvía a salir para ella, iluminar su rostro, su falda al viento y su cabello creador.
unas veces tropezó, el suelo se llenaba de hojas secas, de piedritas, de troncos. a veces tropezaba, se reía de sí misma, y se volvía a levantar - cuando no lo hacía, definitivamente estaba en un gran problema... pero siempre lo resolvía, de algún modo lo resolvía - para seguir bailando, volando, o dibujando en el piso.
con una tiza de color, una tarde improvisó un beso, lloviznaba, y el gris del cielo acompañaba su rostro, su pequeña obra, su garabato mejor guardado. un beso que siente cuando se recuesta y mira el cielo, cualquiera que sea, cada vez que necesita resguardarse en esa tarde con esa lluvia ínfima y en ese beso que la hacía recordar que eso llamado amor existía en realidad. cada vez que necesitaba recordarlo, si lo olvidaba fácilmente, lo olvidaba porque... a veces lastimaba y lastima tanto, que el hada de alas blanco y violeta decidó anularlo, pero vuelve. y vuelve en forma de beso, de llovizna y tizas de colores.
era pequeña, y por momentos se sentía indefensa, se sentía sola y abrumada, cuando no podía bailar, cuando no podía volar. cuando sentía el pecho hundirse en un mar de silencios dañinos, cuando se sentía desbordada por su propia realidad - tan ajena a la exterior - no hacía más que recostarse, derramar mil lágrimas, salpicarse las rodillas y los talones; cuando se calmaba, en algún momento eso ocurría, tranquila, serena, volvía a bailar, a la falda, al cabello, a las tizas, a la lluvia de septiembre.
cuando los días la ahogaban, ella solamente quería salir al sol y bailar, quería salir al sol y jugar con su cabello, con su falda. es que, siempre necesitaba jugar, vivir en ese permanente y eterno juego, dibujado por ella, dibujado como ese beso, como cuando ella podía sonreír sin tropezarse tan seguido, siempre quería estar jugando, vida con risas, vivir colmada de colores.
y si el beso no llegaba, como le ocurrió aquella vez... el beso no llegó más, y las tizas, la lluvia, el gris, dónde habían quedado?... dónde quedó el beso?, se preguntó muchas veces. dónde había quedado, dónde, dónde había quedado el amor?
entonces, el hada de alas de cartón violeta y blanco, se resignó, se recostó, y no quiso bailar más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

discrepo con el hada de alas de cartón micro-corrugado blanco y violeta.
no se puede dejar de bailar o amar solamente porque algo deje de venir a buscarnos.
o mejor dicho, yo no puedo.